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En la era moderna, hemos sido testigos del renacimiento de los dones carism谩ticos. Alabado sea Dios, dador del Esp铆ritu Santo por sus dones a su iglesia. Sin embargo, con el resurgimiento de los dones sagrados, especialmente cuando se trata del don de profec铆a, se puede introducir confusi贸n en el pueblo cristiano y, por consecuencia, tambi茅n en la sociedad en su conjunto. Esto se vuelve problem谩tico cuando el don de profec铆a se vincula con ideales ut贸picos que fomentan el poder manipulador persuasivo y tienen el potencial de alterar la conciencia de seres humanos que de otro modo ser铆an razonables. Tal manipulaci贸n es lo que observamos recientemente con respecto a las profec铆as presidenciales pronunciadas por l铆deres de varios movimientos carism谩ticos y pentecostales estadounidenses. Tales profec铆as falsas comunicaron miedo y una ret贸rica pol铆tica confusa que facilit贸 la burla y el juicio hacia la iglesia. Tales 鈥減rofec铆as鈥 tambi茅n funcionaron para tergiversar a los pentecostales evang茅licos conservadores y a aquellos en movimientos de renovaci贸n. Por lo tanto, cuando se trata de dones espirituales, necesitamos que el Esp铆ritu Santo nos gu铆e en su uso adecuado. En esta breve reflexi贸n, perm铆tanme presentarles cuatro fundamentos b铆blicos que nos ayudan a construir una teolog铆a adecuada para interpretar la profec铆a de una manera sana y equilibrada.

Primero, hablando b铆blicamente, la profec铆a edifica la iglesia y no la derriba. Tiene sus ra铆ces en las Escrituras. Tambi茅n se afirma a trav茅s del discernimiento colectivo. El libro de los Hechos y los escritos de Pablo revelan una caracter铆stica clave de los verdaderos profetas y la profec铆a, es decir, 鈥渆difican la iglesia鈥. La profec铆a siempre debe conducir a la edificaci贸n del cuerpo de Cristo y no a su divisi贸n. Pablo reconoci贸 el valor del don de profec铆a, pero dio instrucciones para su uso apropiado (1 Cor. 14: 29-33), 鈥淐uando hablan dos o tres profetas, juzguen los dem谩s鈥 Porque Dios no es autor de confusi贸n, pero de paz 鈥. Una supuesta palabra prof茅tica inspirada por el Esp铆ritu, dada a la iglesia, es falible si no es evaluada cr铆ticamente por la diversa comunidad de la iglesia. Adem谩s, si no edifica con paz el cuerpo de Cristo, sino que lo derriba, es falsa. Pablo nos instruye que necesitamos tener discernimiento y sabidur铆a colectiva para reconocer las falsas profec铆as pronunciadas por profetas que dicen hablar en nombre de Dios. A lo largo del Antiguo Testamento, especialmente en los profetas, vemos c贸mo la profec铆a b铆blica fue confrontada regularmente por su contraparte, la falsa profec铆a. Tales profec铆as falsas en aumento se volvieron persuasivas para el pueblo de Israel. La gente estaba confundida, manipulada y sufr铆a consecuencias. Hoy en d铆a, estas falsas profec铆as tambi茅n pueden tener el mismo efecto en la iglesia, por lo que debemos tener un marco b铆blico para discernirlas (Deut.13: 1ss; 18:15; Jer.14: 14; 27:15; 9: 9, 21; Isa铆as 28: 10-15).

Segundo, la buena voluntad del Esp铆ritu Santo para su pueblo nunca es manipuladora. Siempre est谩 llena del amor, de vida, de Shalom, de justicia, de reconciliaci贸n y de la restauraci贸n de Dios. El verdadero mensaje prof茅tico en el Esp铆ritu es la proclamaci贸n del evangelio salvador de nuestro Se帽or Jesucristo que llega al desorden de nuestras vidas. El verdadero mensaje prof茅tico en el Esp铆ritu vuelve los corazones hacia Dios de una manera tierna y personal. Tambi茅n trasciende los antecedentes personales y sociales, y se eleva por encima de las cuestiones de si uno es afortunado o marginado, oprimido o libre, descartado o privilegiado. El verdadero mensaje prof茅tico revela a Jes煤s a trav茅s de la proclamaci贸n del evangelio, est谩 impregnado de reconciliaci贸n y trabaja hacia la reconciliaci贸n, la transformaci贸n y la reforma en nuestro mundo. En otras palabras, alguien est谩 en un sentido comprometido a dar un verdadero mensaje prof茅tico cada vez que habla sobre la reconciliaci贸n disponible en Jes煤s. Por otro lado, el 鈥渄ios鈥 del falso profeta separa, es violento, belicista, coercitivo, destructivo, dominante, divisivo y demonizador de 鈥渙tros鈥 que no comparten la misma opini贸n sobre cada tema en particular. Las predicciones de los falsos profetas crean ansiedad, temor y angustia a quienes las escuchan. Mucho de lo que escuchamos hoy no tiene paraklesis ni consuelo, ni ofrece correcciones que edifiquen a la iglesia o inspiren la transformaci贸n de problemas personales o sociales. Si las palabras dadas por los profetas no reflejan verdades que edifican en lugar de derribar, entonces son manipuladoras y socialmente peligrosas (Isa铆as 61: 1; Lucas 4:18; Juan 14: 16,26).

En tercer lugar, un verdadero profeta est谩 llamado a ser m谩rtir. En el Antiguo Testamento, un verdadero profeta sol铆a nadar contra la corriente y oponerse al consenso de la opini贸n p煤blica. Cuestionaba lo que otros daban por sentado. 脡l / ella (Mois茅s, Am贸s, Nah煤m, Zacar铆as, Miriam, D茅bora, Hulda, etc.) se paraba en medio del pueblo como una conciencia inquieta, no solo para el pueblo, sino tambi茅n como un 鈥渆xaminador鈥 de su propia vida e intenciones (Von Rad: 103). Es por eso que, los profetas lucharon continuamente con el pueblo, fueron rechazados por el pueblo y, a menudo, murieron violentamente a manos de aquellos a quienes profetizaron (Mateo 23: 31,35,37). 隆Ay!... no s茅 si los profetas modernos est谩n conscientes de que este don es un llamado a estar con la gente, a participar en el sufrimiento, y a no predecir la destrucci贸n con mensajes subjetivos entregados a distancia a trav茅s de la televisi贸n u otros medios sociales. En otras palabras, una profec铆a era un mensaje encarnado vivido por un profeta en conexi贸n personal con la gente. 脡l / ella era la profec铆a, y el mensaje inspirado integr贸 las luchas personales y sociales que vivi贸, y eso llev贸 al profeta a ser valiente y hablar, sabiendo todo el tiempo que pod铆a ser enfrentado por la espada. Tal disposici贸n a sufrir entre la gente es lo que los profetas de la iglesia est谩n llamados a hacer hoy. Sin embargo, muchos de los auto nominados profetas hoy en d铆a, est谩n desconectados de los requisitos esenciales propuestos por Von Rad y, lo m谩s importante, de lo que vemos en las Escrituras. En su lugar, las palabras prof茅ticas se han utilizado para crear miedo con sus herramientas subjetivas para expresar la insatisfacci贸n personal; se promulgan visiones que solamente hacen avanzar sus intereses personales.

Cuarto, los falsos profetas y sus profec铆as son ap谩ticos acerca de la paz de la ciudad y sus ciudadanos (Jer. 29: 7-10). Sus predicciones agitan y fomentan el malestar social. Tales profec铆as agitadoras se han observado en profec铆as pol铆ticas recientes en los Estados Unidos, Am茅rica Latina, 脕frica y otros lugares de Europa. Debo aclarar que tales profetas no representan a todas las comunidades evang茅licas pentecostales y renovadas. Los falsos profetas representan su propio ministerio y personalidades. Al pronunciar predicciones confusas, manchan p煤blicamente la reputaci贸n del Esp铆ritu Santo y se burlan de los dones espirituales sagrados que han renovado la iglesia, y el avance evangelistico en el siglo XXI. Para muchos pentecostales evang茅licos conservadores, y otros como yo en el movimiento de renovaci贸n, estas personas parecen ser lo que Jes煤s llama 鈥渇alsos profetas y adivinos鈥, que ahora han sido avergonzados por los medios el Esp铆ritu de Dios (Mateo 7: 13-20).

Hoy, aquellos que abrazan las tradiciones pentecostales y de renovaci贸n, as铆 como aquellos en denominaciones evang茅licas tradicionales, estamos siendo llamados no a una nueva tarea, sino a una antigua pr谩ctica de servicio con amabilidad: a ofrecer ahora una correcci贸n b铆blica en una actitud de amor, a aclarar los confusos mensajes prof茅ticos con paciencia, y reconstruir con gracia la imagen de la identidad evang茅lica conservadora pentecostal y evang茅lica tradicional. Ay煤danos Esp铆ritu Santo y perd贸nanos, porque te hemos contristado. Te amamos, Esp铆ritu Santo, y estamos p煤blicamente avergonzados de usar tu nombre y las falsas profec铆as para separar a tu pueblo santo y dividir unos de otros.


Citas: Von Rad. 1973. Old Testament Theology. Vol. II: The Theology of Israel's Prophetic Traditions.